viernes, 3 de octubre de 2014

La Tarta ¡Oh! del Teresa Carles

Si hay algo que deteste de los resfriados, es cuando se te tapona la nariz y apenas puedes respirar. Ahora mismo solo puedo respirar por la boca y vamos a tener que comenzar a aplicar crema labial. Mis labios están más secos que el desierto del Gobi y soy yo el que durante la mañana ha estado rompiendo el silencio de la biblioteca intentando destaponar cualquiera de las dos vías nasales.

Hoy he comprado mi vuelo a Santander para ir por carretera a Bilbao. Reduciré un viaje de seis horas y veinte minutos a un viaje de dos horas y media. El precio es lo mejor porque me ha costado solo cinco euros más que yendo con el lujoso Alvia. Incluso podría haberme costado diez euros menos de no ser porque he esperado cinco días a que el profesor confirmara la agenda para las próximas cuatro semanas. Este no es un viaje cualquiera, es un viaje en calidad de ex Erasmus porque hemos decidido hacer un pequeño encuentro en la ciudad en la que poco a poco se va convirtiendo en mi segunda casa.


Después de haber cumplido con mis tareas académicas para el viernes (sí, ahora también trabajo los viernes) me he ido al encuentro de una compañera del tren para ir a comer a un restaurante vegetariano que me había mencionado anteriormente: el Teresa Carles. En mi camino hacia el metro, he tenido un momento de esos tontos que todos hemos tenido. Un acosador me ha asaltado con el bocadillo de chorizo en la mano recién empezado. Este quería que le contestara una encuesta sobre no sé beca para estudiar inglés de Cambridge. Apenas me ha dado tiempo para rechazar la oferta porque en ese momento tenía la boca llena aunque podría haberle lanzado un ataque aliento y salir corriendo. El asunto me ha parecido sospechoso, el tipo tenía una voz cantarina y le he dado todos mis datos de contacto falsos.

Mi paranoia con lo sospechoso no ha quedado allí. Una vez he llegado a Liceu he estado enormemente preocupado por la cantidad de carteristas y tipos raros que estaban al acecho de turistas. He utilizado una equina en la que refugiarme para buscar una ruta en Google Maps. Mi paranoia no era una exageración.


Teresa Carles no es un restaurante cualquiera. Teresa Carles es un restaurante vegetariano y lo tiene prácticamente todo. Al entrar en el local, no solo te ves rodeado de todo tipo de productos elaborados por ellos mismos (como la mermelada deverdad) sino que recibes una oleada de amor, simpatía y cariño de parte del personal. Aunque al medio día se forman colas de veinte minutos, ha merecido la pena esperar para comerme unos riquísimos tortelini tres quesos con pimiento y berenjena al horno. Mi compañera estaba emocionada, no tenía palabras para tan buenos sabores. Esta es su tercera o cuarta vez y siempre me habla de los zumos que ellos mismos elaboran y el famoso Virus Killer. Yo iba justo de presupuesto y me he pedido una limonada casera que me ha destaponado las vías nasales.

Los postres eran alabados por todo el mundo y después de probar la tarta Sacher de Teresa Carles, creo que deberían cambiarle el nombre y llamarle Tarta ¡Oh!  Porque joder “¡Oh qué bueno!”. ¿Y qué decir del Copo Vegano? No tengo palabras para él.


Mi exposición al estilo vegetariano ha podido tener la culpa de haber llegado a casa y haberme preparado un delicioso batido de manzana y plátano. Con este batido quizás consigo recuperar fuerzas, devolver mi cuerpo a la vida y quien sabe quizás ir a tomar algo.

Estamos en octubre y eso significa que debo comenzar a allanar el terreno de batalla para lo que se me avecina en las aulas. Cuidado por ahí porque puede arder Troya.

Y sin más dilación os dejo mientras me tomo un poco de mi delicioso batido.

Saludos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario