lunes, 4 de agosto de 2014

Rodar de gordo hasta el lejano Oriente

La última vez que actualicé fue el pasado viernes. Lo sé, con esta seriedad no voy a llegar muy lejos pero queridos y queridas, en tu día de fiesta, la llamada de la sirena playera no puede ser ignorada. Me sentí culpable el domingo que tampoco lo hice por el sueño y mis ganas por leer a Franzen acabaron con cualquier flow que pudiera tener en ese momento.

Ha sido un fin de semana normal, lo más atípico que he hice, fue irme de montaditos a las once de la noche y conseguir una mesa delante de veinte personas a la cola. No hay nada como tener contactos decía un padre a sus hijos. Me comí diez montaditos y después de eso, al que tenían que montar para llevar al siguiente lugar, era a mí, quien se arrepintió de no dejar espacio para alguno de los postres que había.
Por la noche acabé recordando mi adolescencia de desfases alcohólicos en una antigua discoteca que ha cogido otro dueño, se han gastado mucho dinero en pintura, le ha cambiado el nombre y sigue siendo la misma mierda pinchada en un palo con una sola diferencia respecto al otro: ahora es para mayores de dieciocho. Suerte que era gratis, porque si tenía que pagar por esa porquería me hago el harakiri con una botella de Cacaolat delante de la chica con tetas postizas. En la discoteca, por no haber no había ni guiris. Menos mal que antes de entrar me trinqué una Voll Damm y un tequila porque para aguantar eso hacía falta valor.

Volví a la cinco de la mañana y después de todo el proceso pre-cama que incluye entre varías cosas, lavarse los dientes, me encontré a mi madre en el pasillo quién tuvo la valentía de preguntarme si venía ebrio. Pues no, no venía, pero si lo fuera, qué más le da, se cree que ella a mi edad era una santa.

Por otro lado, aprovecho para darle el tono serio que la falta a este post, para hablar un poco de mis problemas diarios. Hace ya días que ando tras la decisión de embarcarme en un nuevo idioma y de hecho aún no lo tengo del todo decidido. Me he dado cuenta que en muchas de las ocasiones pasadas, cuando se me han presentado dos alternativas, he escogido la más “conveniente” frente a la que más me “apetece”. La lógica me diría que este año me apuntara a francés para perfeccionarlo pero por alguna razón que desconozco, a mí me apetece comenzar con el chino. Sí, el chino. Ya he oído varios comentarios de su dificultad. Este fin de semana he estado documentándome y creo que al punto al que estamos, en todo el pueblo (a parte de los tres chinos que regentan un bar) no hay nadie que sepa más que yo sobre el sistema pinyin y sus ventajas y desventajas. Tengo un mes para decidirlo pero es una cosa que he de decidir yo y cuando pienso “lo más lógico sería haces francés”, me siento como si estuviera arrojando la toalla. Hay que dejar de convencerse a uno mismo de las cosas y simplemente, querer hacerlas. Sara que me entiende, aguantó mi charla. Que buena es.

Hoy mientras escribo esto, me he levantado con el objetivo de coordinarme perfectamente la mañana y hacer todo lo que quiero hacer hoy. Anoche antes de acostarme, diseñé la agenda para esta mañana. He dejado el blog en último lugar, porque no puedo marcarle una franja de tiempo exacta para acabar un post; sería como sacar un bizcocho del horno antes de tiempo porque has de llegar al fiesta de cumpleaños antes de que llegue la persona que cumple años.


Os dejo porque la excavadora que derribó una antigua casa junto a la mía, me está poniendo la cabeza como Manolo el del bombo.  

2 comentarios:

  1. El francés es el típico idioma que uno aprende porque "es lo más lógico, ahora que ya domino el inglés". Y o te gusta, o te horroriza. A mí me horroriza, así que me parece genial que prefieras el chino; además, lo que se hace con pasión, cuesta menos y cunde más. E imagina a qué misterios podrás acceder si entiendes a los chinos de tu pueblo...

    Un abrazo y ánimo con el blog, que los comienzos siempre son duros.

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    1. Sí gracias Marina. La verdad es que en España tenemos el tópico del gabacho aburrido. Sin embargo después de haber conocido a tantos franceses, los del norte son puro amor y el resto...son gabachos sin más. Soy joven todavía para equivocarme :)

      Saludos!

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