sábado, 21 de junio de 2014

Viernes noche con 21 años

Es viernes por la noche y aquí estoy, en mi cama sin hacer desde el miércoles y con mis ganas inmensas por escribir, las cuales están siendo satisfechas en este mismo momento mientras desarrollo este intento de literatura de calidad. Esta tarde me he dormido durante dos horas y media mientras leía a Joyce. No es que Joyce sea aburrido, ha sido ese momento de la tarde, el sol de las siete que entra en mi habitación. Tengo la sensación de que la noche va a ser muy larga para mí. Lo sé, igual debería estar buscando planes nocturnos como joven de 21 años que soy, pero oye, estoy digievolucionando y estoy muy contento con ello.

Hay pueblos y pueblos. El pueblo en el que vivo es un pueblo de segunda clase. De hecho el pueblo en el que vivo no se puede calificar como tal, es más una villa pues tiene 26000 habitantes (según los últimos datos de Wikipedia). Por ser una zona turística, hay bastante fiesta alrededor donde vivo pero es fiesta mala, fiesta que no mola, fiesta para turistas que no saben lo que es el salir de noche. Me es muy difícil encontrar donde vivo a gente que mole y por eso me aburre tanto salir por aquí. Únicamente disfruto cuando hay fiestas en la playa y conciertos. Es genial. Antes de irme de Erasmus, ya me aburría esta zona de fiesta. Disfrutaba mucho (¿puedo decir que gozaba?) cuando salía por Barcelona por las antiestéticas y industriales calles de Marina en Barcelona y esas tajas en la Ovella Negre. Qué recuerdos. Después vi la luz en Cork, encontré mi estilo. Cerveza, buena música con estilo y en vivo, compañía y variedad. Siempre que he salido en Cork, ha sido una noche notable como nota media. Nueve meses más tarde aquí me encuentro, de vuelta en una zona de fiesta a la que le doy un simple aprobado. Música comercial (reggeton) y poca variedad de gustos.

Perdonar este delirio nostálgico, hoy tengo día. Hoy incluso estuve viendo mis videos de Erasmus. Aquel video en el que Sara me grababa dormidito en su cama doble en la que hacíamos cosas para mayores y yo negaba estar durmiendo; mi celebración de cumpleaños (el mejor cumpleaños que tuve jamás; cruzando en coche Connemara.

Hablaba de digievolucionar (o evolucionar si queréis tomarme en serio) y con la edad aumenta mi necesidad de pasar más momentos solos, descubrirme a mí mismo y desarrollar esos aspectos que poco a poco veo que me tiran más. Me he tirado todo el día enviando correos y movilizándome para conseguir las mejores prácticas que este señor pueda conseguir. Si me voy a tirar seis meses trabajando a jornada completa y me dejan elegir donde quiero hacerlo, tendré que asegurarme que es un lugar que se asemeje a mis futuras expectativas laborales. ¿Pero qué futuras expectativas laborales Javier? Si hace meses que te convenciste de lo poco que te identificas con tus compañeros de carrera y de lo aburrida que llega a ser. Sin embargo, al final he encontrado un campo atractivo y un profesor que me motiva. Estoy satisfecho en este último aspecto. No soy el único que se encuentra en esta encrucijada y ve como este muro llamado mundo laboral se acerca a velocidades alarmantes y muchos tenemos miedo de estamparnos contra él.

La sociedad va demasiado rápido y apenas te permite equivocarte en tus elecciones. Tenemos una presión impresionante por hacer la correcta elección sobre nuestros estudios y por acabar cuanto antes. Sigo aprendiendo francés por mi cuenta; aumento mi ritmo de lectura por culpa de la vasca con cara de inocente y cada vez más escribo como si esto se estuviera convirtiendo en un hobby. Mientras mi madre, se duerme en frente de la pantalla del ordenador en la que ve Comando actualidad dedicado a la cocina y me recuerda a mi segundo (¿o primer?) hobby favorito. Hablan de la semana del pintxo de Navarra y de nuevo me vuelve esa nostalgia de la que hablaba. Oigo pintxo y pienso en Bilbao, en País Vasco y pienso en Sara. Soy un gordo.

Como decía, me veo en pleno proceso de cambio, aprendiendo cosas por mi cuenta como mi próximo proyecto, el revelado en casa. Escribir cosas nuevas, cosas de verdad, relatos como los que a mí me gustan. Pienso en relatos y pienso en Salinger, Salinger es lo más, mola. Por otro lado, se me amontonan las series. A Vikings se me añade ahora Black Sails, una serie sobre piratas. Me gustan los piratas.

Quizás me he hecho la picha un lio.

Actualizo: Dándole al coco ahora mismo y leyendo a mi amiga Mireia me ha hecho pensar sobre el lugar en el que vivo. Mi pueblo (o villa) es bonito, tiene playa y tiene montaña, es tranquilo y siempre tiene la misma gente. La única pega a que le doy es estar lejos de Barcelona y ese odio que disparo a todo aquel que se sube al tren que muere en Calella y me deja a una parada de casa. Esa gente da asco. Como ya dije, la fiesta de aquí, también da asco. 

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