miércoles, 4 de junio de 2014

Encarcelado

Acabé en esa habitación porque la profesora mandó a uno de los niños que se sentaba junto a la ventana que cerrara la ventana. Muerto de miedo, volé rápido hacia la punta de la sala hasta donde había un póster de Gran Bretaña y volé fugaz contra la ventana con la esperanza de romper el cristal y poder salir de aquel lugar. Probé la misma técnica sin éxito hasta una docena de veces hasta que aterricé sobre una de las estanterías llenas de libros y ejemplares del Muy Interesante de hace más de 6 años.

Emprendí de nuevo el vuelo en busca de una salida recorriendo aquella sala rectangular llena de niños y niñas. Zumbé la oreja de un primer niño que se estaba comiendo los mocos y que intentó matarme con unas cuantas palmadas aleatorias al aire. Un bocadillo de mortadela se hallaba solo encima de una mesa indefenso y apenas me dio tiempo a atacarlo cuando me ahuyentaron unas manos gordas y grandes de lo que parecía un repetidor agresivo y abusón. El compañero de al lado preparaba bolas de papel para dispararlas a alguna embobada víctima de alrededor suyo. La muchacha de detrás coqueteaba con su pelo y mientras miraba al chico que se encontraba a tres mesas de distancia a su derecha. Revoloteé debajo de su falda y cuando notó cosquillas en la pierna, las cerró de golpe. Delante del chico escupe papel, un chico ejercitaba sus pulgares jugando a la ultima versión de Plants vs Zombies hasta que notó el impacto de una bola ensalivada en su nuca. Volé justo entre las lentes y los ojos del estudiante situado en primera fila en frente de la profesora y esquivé su manotazos. Fui directo a la profesora de pelo rizado moreno quien también me esquivó y le dijo al alumno que no le pasara la mosca como si esto fuera un partido de tenis.

Al volar hacia la puerta del aula, caí interceptado por una palmada al aire realizada por el musculoso chaval que coqueteaba con la chica con falda. Desperté unos minutos más tarde aturdido y pude emprender el vuelo hacia la ventana que volvía a estar abierta. Entonces noté un peso en el trasero como si algo colgara de él. El que me asestó el golpe casi mortal, aprovechó el momento para engancharme al culo con Tippex un pelo del cual en el otro extremo había enganchado una diminuta bola de papel. Imaginaos la cara de todos los alumnos y la profesora al ver un trozo de papel flotando en la sucia aula y después ver que realmente era yo con un pelo enganchado en el culo. Me convertí en el hazmerreir del momento y cuando cansado de volar con un pelo en el culo aterricé de nuevo junto al bocata de mortadela. Poco después de asestarle un mordisco, alguien dejo caer el diccionario de inglés de bolsillo sobre mi. 

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