martes, 27 de mayo de 2014

Me gusta volar en avión

Me encanta viajar en avión. Normalmente tengo suerte con los pasajeros que se sientan junto a mí y me hablan como si me conocieran de toda la vida. Me gusta volar porque parece que te embarques en una operación de alto riesgo sobre asentamientos rebeldes iraníes. Cada pasajero lleva su historia y va pensando en su cabeza que a va hacer con aquello que busca en su futuro destino así como si fuera una nueva aventura. Me gusta volar porque puedo ver el paisaje o una ciudad desde lo alto poco antes de ascender por encima de las nubes y porque también me gusta el impulso de los motores al despegar, es como si te vas a la luna.

Hoy es mi segundo día en casa después de 9 fantásticos meses de Erasmus en Irlanda. Una chica australiana se sentó junto a mi y celebró conmigo el haber encontrado el bolígrafo para hacer crucigramas. Yo también feliz por ello, le enseñé mi libro de Salinger pero le expliqué por que iba a dormir y no leer durante el viaje. Después de intercambiar unas palabras y risas, dejó el bolígrafo junto a mi libro y sacó un antifaz para poder dormir, después me dio las buenas noches y antes de que el avión despegara ella ya estaba durmiendo. Poco después de que el avión hubiera despegado y diera su primer giro rumbo al sur, yo fui el siguiente en caer dormido.

Después de casi dos horas de sueño y a casi 10 minutos de aterrizar, la mujer australiana se dió dos bofetadas para despertarse. Intercambiamos unas pocas palabras y cuando llegamos al aeropuerto nos separamos con una breve despedida.

La gente viene y va y es algo que me gusta de los aeropuertos, nunca te encuentras a la misma gente (o casi nunca).

No hay comentarios:

Publicar un comentario