miércoles, 24 de diciembre de 2014

Cinco días de Amor y Lujo

Hoy es un día muy especial para ponerse a escribir. Pese a los anti-Navidad, las horas previas a la cena de Nochebuena me envuelven de algún tipo de magia especial. En unas pocas horas mi madre se vestirá con el uniforme de combate y entrará en su terreno de juego. Probablemente yo me una unas pocas horas después para rebajar la posible tensión que surja en un lugar tan caldeado como es la cocina. Hoy es 24 de diciembre y he vuelto a vosotros. Después de varias semanas sin ir a correr, hoy me he levantado bien prontito y con los siete grados que marcaba el termómetro me he ido a correr por el paseo de la playa. Hoy estaba prácticamente solo pero mañana estoy seguro que no.

He estado totalmente desaparecido. No recuerdo muy bien cuando fue la última vez que escribí pero debe hacer más o menos cosa de un mes. Durante el mes que he desaparecido no me he largado de roadtrip por Connemara ni me he ido a beber cerveza o cocinar a casa de nadie. Mentira cochina. Me escapé durante unos días ahí arriba para ver la blanca carita de Sara y después me tragué ocho horas de autobús de vuelta a casa. He estado estudiando y estudiando y así hasta el pasado jueves.

El final de los exámenes siempre es especial y está repleto de emociones. Algunos gritan, otros chocan los cinco con los unos con los otros e incluso algunos abren cava (verídico). Este año ha sido diferente y para mis compañeros de clase, el examen del jueves fue el que con toda probabilidad sea el último examen de la carrera. Todos excepto para mí.

Sin embargo, el origen del título de este post no está en lo bien mal que me lo he pasado estudiando durante un mes ni sobre la envidia que me dan mis compañeros de clase o como de bien nos ha caído el profesor de fiscalidad internacional. Hay un momento en el que tu cabeza dice “Basta”. Ese momento llegó para mí cuando me encontré inesperadamente cara a cara con Sara en mitad de María Cristina. Todos lo sabían, incluso mi madre lo sabía. Yo pobre inocente que pensaba que había quedado para ir a comprar un regalo del amigo invisible.

Comienzan así los Cinco días de Amor y Lujo. Amor de todo tipo. Amor adolescente fruto de dormir en habitaciones separadas. Mis visitas a medianoche en la habitación de Sara acaban con dolor de espalda o directamente siendo desterrado por Sara a las cinco de la mañana. Amor sano, lleno de risas. Lo que más me gusta de Sara es poderme reír hasta llorar o esconderme de ser víctima de cosquillas. Los abrazos a modo gancho que utiliza Sara para conseguir que me quede quince minutos más en la cama. Lujo porque Sara vive como una reina. Preparándole unas estupendas tostadas con mantequilla y un Colacao de alquimista que requiere medidas específicas. Lujo en el que vivo  al recibir inesperadamente la visita de la Princesa de las Vascongadas. Lujo por el hotelazo con personal apampado que me ha brindado con su visita.

Aun así, si hay que hablar de lujo, hablemos del lujo del buen comer pues como sabéis un buen restaurante en Barcelona es difícil de encontrar. Ya he dado con uno más y este es italiano. NAP, un restaurante que hace honor a su origen napolitano para hacer unas pizzas estupendas a un precio estupendo. Bueno, Bonito y Barato a cinco minutos de la Plaça de Sant Jaume. Si la pizza está estupenda, el tiramisú lo está igual o más. Y a todo esto que conste que no recibo ningún tipo de comisión por cada comensal que llega a través de esta página.



Sara y yo nos hemos perdido por las calles del Barrio Gótico; hemos acabado en plazoletas con mercados repletos de suculentos manjares como la tableta de chocolate artesano y naranja que compré en una plaza desconocida. Nos hemos sumergido en lo más profundo de Fnac haciéndonos regalos a nosotros mismos. Por si fuera poco también hemos hecho postureo haciendo una tradicional visita a Starbucks. Allí me tomé un estupendo mocha. De Sara probé la bebida de los dioses aztecas: el chocolate caliente con avellana. No puede haber chocolate más bueno excepto el que hacían aquellos leprechauns malignos del Ó Conaill Chocolate en Cork. El orgasmo en bebida.

Después de todo esto, de días de estudio y Cinco días de Amor y Lujo me toca rendir cuentas al Dios del Blog. Hace tiempo (mucho tiempo si comparamos la de tiempo que hace que no escribo) hablé sobre la dirección del blog. Hablar sobre mí mismo contándoos las curiosidades con las que me voy topando y como intento aprender a vivir por decirlo de algún modo. Hablé de un proyecto relacionado con Irlanda que tenía en mente. Ahora que puedo disfrutar de estas navidades y no me he de preocupar de tener finales en enero, lo que hago es investigar sobre la autopublicación de Ebooksgracias a Eduardo Archanco en su nuevo blog. También  he decidido dar un paso definitivo y mudar mi soso diseño a Wordpress.

Después de todo esto lector, en la cocina ya se empieza a escuchar el tintineo de las cazuelas y el golpe del cuchillo contra la tabla de madera cuando mi madre corta en trozos el cordero. Este año no solo miro sino que también participo en la hercúlea tarea de cocinar en Navidad. Y como cada año, también he de entretener y encajar los golpes de dos diablos de seis y siete años. ¿Cómo de preparado estoy? No lo sé.

Este año me he propuesto comer con la cabeza y no con los ojos, acallar mis deseos devoradores y evitar convertirme en ancla de barco. A ti lector te dejo hacer lo que quieras pero entre tú y yo: que no nos quiten los polvorones ni los turrones pues estos son solo una vez al año. Mañana por fin podré abrir el regalo de Sara que con toda probabilidad me va a sorprender pues ella es una máquina de creatividad y sueños.

A ti lector te deseo Feliz Navidad. Me despido de vosotros para poder encender el árbol e intentar acallar esos estridentes villancicos con peces en el rio que salen de la cocina.


La foto es de una de las fantásticas pizzas del NAP. Recientemente han abierto un nuevo restaurante en la Barceloneta.

viernes, 28 de noviembre de 2014

El estandarte del blog

No sé qué ocurre con los viernes que por regla general no son productivos. Debería haberme dedicado a estudiar y leer algunos artículos para la universidad pero como soy así de chungo, me he dedicado a correr y repasar toda la actualidad informativa y bloguera. He leído sobre la burbuja en la alta cocina y como esta ha bajado los humos a aquellos que intentaron sumarse al carro de la alta cocina de Michelin. Después me he acordado de otro tipo de Madrid que dejó la música para dedicarse a diseñar y construir bicicletas a medida sin ningún tipo de experiencia. He repasado de pe a pa todo el contenido de Feedly (para el que no lo sepa una app estupenda para seguir los blogs que tienen a uno enamorado/a).


miércoles, 26 de noviembre de 2014

La curva de motivación

La motivación sigue una curva que influida por una serie de variables, puede ser lineal, marginalmente creciente o decreciente. En mi caso casi siempre es marginalmente creciente. Sin embargo como todo crecimiento marginal, llega un momento que el crecimiento es cada vez menor. Ese es mi caso.

Empecé perfectamente motivado para buscarme unas prácticas en Bilbao para poder estar más cerca de mi princesa vasca. Mi búsqueda era muy extensiva e incluso llegué a conocer bastante bien qué parques industriales hay en Vizcaya. Sin embargo al no tener el carnet de vasco me discriminan e incluso los enchufes me miran con temor de contagiarles algún virus catalán.

Al final esa curva de motivación pasa de ser creciente a ser plana y con los días pasa a ser decreciente. Hoy ha sido ese día. Hay que añadirle varios factores que tienen una gran influencia en la pendiente de mi curva motivacional. Por un lado en menos de tres semanas me quedaré completamente solo en clase, los que han sido hasta ahora mis nuevos compañeros de viaje se irán por la puerta y solo algunos los volveré a ver. ¿Qué hay de los antiguos? Desaparecieron en combate. Por otro lado, el hecho de ver a muchos amigos míos hacer prácticas me produce unas inmensas ganas de estar como ellos, dejar las aulas y empezar a trabajar.

Obviamente la vida de estudiante es la mejor del mundo per sin ninguna duda, el mejor año como estudiante fue el año pasado. Este año estoy envuelto en trabajos y más trabajos. ¿Os acordáis de los dibujos americanos cuando alguien hace un volcán para el trabajo de ciencia? Pues yo hoy he hecho uno para la presentación de una asignatura. Cuatro años de carrera para esto. Quiero dejar la maldita aula 18 y hacer algo con este bendito cerebro.
Aunque hace una semana hablé de no volver a dejaros solos, no parece muy creíble mi promesa si os he dejado solos durante toda esta semana anterior. Aun así, este periodo desmotivacional y vaciado de cerebro me ha dado mucho en lo que pensar. Por un lado he asumido que mi camino laboral es más incierto que el futuro de Catalunya así que mejor no comerse el coco sobre ello. Por otro, he decidido volver a darles una segunda oportunidad a las consultoras. Y por último, abandonaré la búsqueda de prácticas hasta enero.

¿Hasta qué punto ha llegado mi locura para estar pensando en estudiar cocina? Pues solo yo puedo saberlo pero un buen amigo mío con barba espesa y mirada de asesino me dio un buen consejo que estoy en derecho de compartir. “La clave está en aferrarte a tu estandarte y no soltarlo”. Esto significa que si quieres conseguir un trabajo con el que sentirte satisfecho tienes que mantener siempre en alto el estandarte que nos representa y desarrollarte en esa dirección.

Estos últimos días también he estado pensando  sobre el futuro de este blog. En un futuro no muy lejano me gustaría convertir este blog en uno de viajes, comida y yo como persona cool. Hablo de un futuro porque actualmente mis viajes se resumen a poco más que ir a la Vascongadas. Por otro lado hoy mismo, justo después de publicaros este post de explicaciones divagantes, pienso volver a escribir. Os lo juro, lo haré y si el resultado es lo que espero, quizás pronto os enseñe algo.

Hablando de las Vascongadas, la semana que viene asomaré el culo por ahí arriba. A dos semanas y media de comenzar los exámenes finales yo voy a visitar a la princesa. Con dos cojones.

Sin más que decir, debo irme y continuar tecleando.


Mucha fuerza a todos aquellos y aquellas que afrontéis exámenes finales. Nos vemos en la batalla. 

domingo, 16 de noviembre de 2014

Os debo una explicación

Estoy dos semanas sin publicar una cochina publicación y llego con mi estupenda cara bonita y un intento de barba que no llega y os publico algo. Así sin más, porque sí. “Podrías dar explicaciones” me dijo la princesa vasca casi exigiéndolas. Lo había pensado, os lo prometo pero no quería aburriros. No me había ido a buscar el Santo Grial como hizo Aguila Roja al final de la última temporada. Tampoco me fui a coordinar el aterrizaje de Philae de la misión Rosetta. La verdad es que volví de Bilbao y vi un tsunami desde la ventana del avión.



jueves, 13 de noviembre de 2014

Sobre cómo pisotearon nuestra presetanción y aún así salimos airosos

Para el programa de hoy necesitaremos los siguientes ingredientes: un tema de presentación bastante complicado de entretener, que abarque varios aspectos de los cuales puedas matizar a grandes rasgos así como enseñar doscientos ejemplos gráficos; una fecha de entrega reducida que aporte nerviosismo entre los miembros del grupo; hacerlo en inglés y finalmente tener otro grupo que presente otro tema aburrido.



Llevas dos días pensando en cómo vas a introducir al público el tema de la presentación, a tus compañeros y a ti. Piensas como puedes aplicar lo aprendido en tus sesiones de oratoria con Fernando. Te imaginas dando los buenos días, presentándote a ti y al resto del grupo, gesticulando pero sin parecer Rajoy, moviéndote por el aula, mirando a todo el público y enlazando el tema anterior con el próximo tema que vais a presentar. Tus compañeros y tú habéis hecho un Powerpoint lleno de animaciones e imágenes para darle la gracia que no tiene al tema de exposición (la planificación fiscal agresiva).

miércoles, 22 de octubre de 2014

Desvarios previos al día de embarque

Odio hacer maletas. Justo he acabado de hacer la maleta para Bilbao. El asunto se complica al volar en avión porque las medidas me tienen contra las cuerdas. Ahí estoy yo con el metro a cuestas midiendo mi equipaje de mano. He trazado un astuto plan B en caso de tener problemas con esos nazis de la puerta de embarque y me impiden ir a las Vascongadas.

Como biensabéis, me gusta volar. El avión es un medio de transporte guay. Cuando voy en avión me siento como Harrison Ford en AirForce One: el avión del presidente e imagino las voces de los controladores llevando a cabo una misión súper especial: llevarme a Santander. A mí me da por sospechar que en el avión vamos a ser cuatro y el del tambor.

Llevo horas sopesando la posibilidad de enfundar mis queridas y mimadas botas que compré hace ya un año y unos pocos meses. Cuidadas con sumo esmero untándoles grasa de caballo para protegerlas de la lluviosa, lluviosa Irlanda. Mis botas han estado a mi lado frente a innumerables aventuras. Estuvieron conmigo cuando un huevo reventó en mi espalda. Estuvieron conmigo cundo estalló la ciclogénesis explosiva en Cork y nos obligaron a quedarnos dentro del edificio de matemáticas. Estuvieron conmigo en las inundaciones de marzo del 2014. Estuvieron conmigo cuando hice mi primer huevo frito sin miedo a que el malvado monstruo del huevo frito me atacara con su ataque aceitoso.
Por eso mis botas se merecen volver a pisar la calle. Me encantan mis botas porque me hacen estar más bueno. No es broma, es así y esas botas aumentan mi sex appeal en un 120% (valores científicamente no calculados). Sin embargo, el otoño está siendo caluroso, no apetecen castañas asadas, ni boniatos o manzanas asadas con azúcar y canela. Hoy por la mañana aún he llevado unas bermudas pero decreto oficialmente su retirada para este año. Así pues, una vez más dejaré a mis queridas botas en el cajón a la espera que llegue la primera borrasca, Quechua vuelva a reinar en mi vestimenta diaria en forma de parca y calcetines.

Mañana a esta hora estaré compartiendo pintxos y cerveza con mis bien aventurados amigos gabachos exerasmus y con la princesa vasca. El viernes, llega La Barba. Como bien habéis podido percibir, este post ha sido un esfuerzo por dedicaros mi amor por vosotros y escribir unas líneas antes de abandonaros durante 4 días.

Si no vuelvo quiere decir que un vasco me ha confundido con un tronco en una competición de cortar troncos.

Adeu!

lunes, 20 de octubre de 2014

Sobre como me volví selecto y no viejo



Me he vuelto más selectivo. Eso es lo que dice un amigo mío sobre nuestro poco amor por locales nocturnos donde principalmente predominan canciones con alto contenido en sabrosura, caliéntame y nadie te ha dado tanto como yo. Puede que no me haya vuelto más selectivo sino que directamente haya envejecido. Puede que desde que he empezado a salir con la princesa vasca me haya convertido en un viejo aburrido que prefiere quedarse en casa un sábado por la noche mientras el resto de amigos míos pisotea la pista de baile, mancha sus zapatillas de salpicaduras de cubata y clava pequeños fragmentos de vaso roto en la suela de sus New Balance. 

viernes, 17 de octubre de 2014

El alquimista de las hamburguesas

Cuando estaba en Cork cocinaba mucho. Menuda obviedad, no tenía a la mamá para hacerme la comida. Lo pasaba realmente bien en aquella cocina que se caía a trozos con fogones lentos y débiles. Teníamos unos cuchillos que no eran capaces de cortar ni tan siquiera la mantequilla. Yo solía comentar que si en alguna ocasión entraba un ladrón en casa, tendría que acomodarle en el sofá para poder matarlo. Aquellos cuchillos eran horribles. La gente aún alucina cuando les digo que me llevé un cuchillo en la maleta cuando volví a Rainland después de navidad.

martes, 14 de octubre de 2014

El Brasas

Este post viene con retraso. Debería haberlo escrito ayer y sin embargo, aquí estoy a las 22:13 empezando a tirar del hilo que me sale de la oreja derecha. Mi madre me ha propuesto tortilla para cenar pero hoy no me sentía demasiado “huevo” y he optado por comer un poquito de rico jamón serrano cortado como si de papel de fumar se tratara.
Ya que hablamos de comida, ayer tuve que comer solo. De hecho, como solo prácticamente todas las semanas pero ayer fue un día particular. Generalmente agradezco muchísimo el tener compañía en la tétrica sala de microondas. Para empezar, la sala de microondas cada vez va perdiendo más la función que le da nombre su nombre. De cuatro microondas, ya solo funcionan dos y llegar a las 13:30 a la cola es una tragedia.  

Sin embargo, yo no agradezco toda clase de compañía. Me gusta conversar siempre y cuando sea un tema que domine y pueda aportar algo. No me gusta la gente que comienza a escupir palabras como si no hubiera mañana y sobre todo en aquellos casos en los que no ven que estas siendo una tortura para la otra persona. Este es el caso de un antiguo compañero de clase que conocí en primero de carrera. Yo le llamo para mis adentros “El Brasas”.

viernes, 10 de octubre de 2014

Masaya no quiere decir Más allá en japonés

Hoy he estado en Japón visitando a Masaya. Bueno yo no he estado pero mi mente sí. Os hablo del lugar en el que descubrí que el sushi estaba bueno. Cuando le cuento a mis amigos, compañeros de viaje, familia, viandantes, camareros de bar, que he estado comiendo sushi en Barcelona muchos piensan en Àsia amb gràcia. No. Descubrí este rincón japonés en mitad del barrio de Sarrià gracias a una buena amiga que conocí hace ya tres años en uno de mis viajes de aventura. Ayer estuve media hora aprendiendo con Youtube a sujetar los palillos chinos (o hashis como dicen los profesionales). Al final conseguí hacer algunos avances. El sushi ya no se me escapa pero tengo algunos problemas para comer fideos, arroz o incluso para intentar cortar algo con los palillos. Yo pongo los dedos como el video indica pero después el resultado no es el mismo. A veces me pregunto porque los orientales no aprendieron a usar cuchillo y tenedor como la gente normal. Las tradiciones están muy bien para practicarlas en ocasiones especiales pero cuando hablamos de aspectos prácticos como en la comida, las tradiciones las tiro por el balcón.

Este no es el primer post que escribo sobre comida. Me encanta recomendar lugares para comer a mis lectores sin embargo tengo menos gracia a la hora de comunicar lo mucho o lo poco que me ha gustado un plato o un restaurante que contando chistes. Ya lo intenté con mi primera visita a un vegetariano y el resultado fue peor que el primer flan de plátano de mí madre. No es que ella no sepa lo que pienso de ese flan, ella misma lo reconoció.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La teoria de la alarma sorda


Hoy me he vuelto a dormir. Es la segunda vez en dos días que me quedo dormido y hago caso omiso a la alarma del móvil. He de reconocer que ayer simplemente apagué la alarme, pensé “Ay señor que palo me da levantarme” me tumbé de nuevo y de ahí hacia adelante no recuerdo nada más que a mi madre diciéndome que me había quedado dormido con su típico tono de “así no vas a llegar a ningún lado”. Cuando oigo, te has quedado dormido, mis ojos sueltan un ácido corrosivo que elimina todo rastro de legañas; algún tipo de sustancia es segregada en altas cantidades porque todo el sueño que tengo se queda en la cama; me visto en 3,7 minutos y consigo tomarme un desayuno cutre salchichero español en 6,33. Sin embargo hoy, tengo la teoría que la alarma no ha sonado. No, no olvidé activarla porque mi súper Smartphone activa la alarma de forma automática. Quizás me haya acostumbrado a la armónica melodía de naturaleza y va siendo hora de cambiar el tono de alarma. De camino a la estación de tren, pensaba en escoger como alarma, el grito de machos Alfa que hicimos en mi vigésimo primer cumpleaños un compañero y yo.

viernes, 3 de octubre de 2014

La Tarta ¡Oh! del Teresa Carles

Si hay algo que deteste de los resfriados, es cuando se te tapona la nariz y apenas puedes respirar. Ahora mismo solo puedo respirar por la boca y vamos a tener que comenzar a aplicar crema labial. Mis labios están más secos que el desierto del Gobi y soy yo el que durante la mañana ha estado rompiendo el silencio de la biblioteca intentando destaponar cualquiera de las dos vías nasales.

Hoy he comprado mi vuelo a Santander para ir por carretera a Bilbao. Reduciré un viaje de seis horas y veinte minutos a un viaje de dos horas y media. El precio es lo mejor porque me ha costado solo cinco euros más que yendo con el lujoso Alvia. Incluso podría haberme costado diez euros menos de no ser porque he esperado cinco días a que el profesor confirmara la agenda para las próximas cuatro semanas. Este no es un viaje cualquiera, es un viaje en calidad de ex Erasmus porque hemos decidido hacer un pequeño encuentro en la ciudad en la que poco a poco se va convirtiendo en mi segunda casa.

jueves, 2 de octubre de 2014

La terrible mermelada Diet de Hero

Estaba embobado elaborando un estupendo trabajo sobre la maravillosa marca de cuadernos y agendas Moleskine cuando de golpe he caído en la cuenta que llevaba CUATRO DÍAS sin escribir. No os miento si os digo que llevo todo el día planeando como escribir el post de hoy. A veces me despierto con la convicción y el compromiso de anotar en mi pequeña libreta Moleskine cualquier aspecto o anécdota del día que pueda inspirar mi post. Hoy ha sido uno de esos días aunque como siempre, al final ha llegado un punto en el que he olvidado anotar lo que pasaba por mi ahuevada cabeza.

Me he levantado con un picor de garganta terrible. No exagero tampoco si os digo que por un momento he notado como las bacterias trabajaban en “okupar” la zona infectada. Temo que esto derive a faringitis. No hace falta trabajar en la OMS (Organización Mundial de la Salud) para diagnosticar las posibles causas de este constipado. La primera, el fuerte aire acondicionado que RENFE insiste en utilizar para torturarnos cada tarde o incluso cada mañana a las 7 (A.M!!!). La segunda causa puede haber sido el haber compartido material escolar con la compañera de la izquierda ya de por si enferma. Mi diagnóstico final es que ha sido una combinación de las dos reforzadas por un golpe de mal karma al reírme de la voz nasal de la chica.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Back in town

Hoy me estoy descomponiendo a niveles saharianos. Ayer llegué a Barcelona a las diez de la noche con una bolsa que pesa tres mil quilos. Aún me quedan seis horas hasta que pueda descansar en el tren de vuelta a casa. Hoy además tengo oratoria y no sé si me veo en cuerpo o en alma o en las dos cosas para poder intervenir. Mi cara ha envejecido varios años y ahora mismo solo deseo tumbarme en la cama. He aguantado como un toro la clase de fiscalidad la cual me preparé ayer tarde en el tren y ha sido un auténtico coñazo. Aun así, le he respondido una pregunta. Ese ha sido mi aportación del día.

Aun me queda un largo día cargando con mi bolsa de viaje a cuestas. Me queda el trayecto hasta Drasanes y la clase de francés con mis nuevos compañeros quienes me mirarán o tacharán de loco al verme con el equipaje.

-        ¡Oh sí Javier! ¿Cómo fue el viaje?
-        ¡Estupendo, gracias!

No consigo decidirme si este viaje ha sido o no mejor que el primero. Mi inmersión en la cultura vasca lleva ritmos similares a los de Gareth Bale tras el balón. La sensación de estar entre decenas de vascos y ser el único que confundiría Ongi Etorri con Onegin es incomoda. A mí ya me ha pasado. Mi travesía tras el rastro de Ocho Apellidos Vascos me llevó a San Juan de Gasteluatxe donde no solo hicimos piernas, culo e incrementamos nuestra capacidad respiratoria (tres hurras para Sara que llegó al primera: hip hip…) sino que además recibí una clase magistral de cultura vasca para no vascos de la mano de su tío. A esa clase teórica, le siguió una clase práctica de botellón o “litreo” como se dice por ahí en medio de Bolueta (un sitio raro junto a una discoteca).

No se cuantos escalones: 300 o por ahí. Lo peor no fueron los escalones sino la cuesta arriba de vuelta al coche

jueves, 25 de septiembre de 2014

Victor, Alfa, Sierra, Charlie, Oscar, el tomate está en el plato

Chicos, no se lo digáis a nadie pero estoy en una operación encubierta. He accedido a los archivos secretos de las Vascongadas. Ahora mismo estoy en la biblioteca de Deusto. Se supone que he de dedicar el tiempo que Sara está en clase para atender mis tareas académicas. La operación ha sido planeada con todo tipo de detalle gracias a nuestro topo en el interior (Sara) quien me ha indicado los pasos a seguir: Cruza la puerta y gira a la derecha donde encontrarás otras puerta. Aquí viene lo complicado, desliza la tarjeta personal e intransferible del topo a través del lector y si nadie ha dado la voz de alarma, estarás dentro. Continua recto hacia unas escaleras con las que accederás a la siguiente planta. Gira a la izquierda y finalmente llegarás a una inmensa sala donde reina paz y tranquilidad. El tomate está en el plato.

martes, 23 de septiembre de 2014

La formula uno de la preparación de maletas

Si hacer la maleta fuera un deporte, yo habría conseguido la pole. 32 minutos (minuto arriba, segundo abajo). Vuelvo a tener esa sensación previa a hacer un viaje como si estuviera a punto de iniciar una operación encubierta en el desierto sirio. De hecho cada vez que tengo una cita de este tipo, coger el tren de casa se convierte en un momento muy tenso. La última vez que fui a Bilbao, tuve que recorrerme la mitad del servicio de metro de Barcelona para poder llegar a tiempo para coger mi querido Alvia sin enchufes. Lo pasé muy mal y casi me deshidrato. Esta vez no voy a Bilbao en calidad de turista aunque aún me deben quedar unas cuantas estancias más para conseguir el título de Visitante de la Casa.

Debería estar casi de camino a la cama pero mi compromiso con vosotros y con este blog me obliga a escribiros y deleitaros con un poco de mi arte. Sospecho que estoy incubando un constipado. Noto la garganta un poco seca y durante la mañana he tenido media docena de esos estornudos que encienden las alarmas del misil resfriado. La buena noticia que es que al muela del juicio ha dejado de pelear. Espero que mi condición de roble me haga vencer a las legiones bacterianas aunque el gélido aire acondicionado de RENFE puede que no ayude. Es más, ahora estoy pensando que en vez de recortar en sanidad para ahorrar en presupuesto, deberían recortar en aire acondicionado y ahorrarse unos cuantos resfriados.

Desgraciadamente el famoso vagón silencioso del que tanto habla Jose María Iñigo en la radio, aún no está disponible. Eso pone en riesgo el silencio que espero que haya a las 7:30. No pienso aguantar más niñatos maleducados hasta Haro. Pienso correr al vagón restaurante, pedir un té y arrojarle el agua hirviendo al primero que no respete al resto de pasajeros del coche número dos.

Me noto muchísimo más motivado respecto a la universidad, aquella nefasta semana pasada que empecé con tan mal pie, ha remontado rápidamente y ahora me encuentro haciendo planes, investigando y lleno de fuerzas. Hoy hablaba con una compañera de tren sobre neurociencia, neuropsicología, escuelas con enseñanza libre y prácticas. ¿Os imagináis observar a un grupo de primates durante ocho horas al día? Observando la conducta de los primates, como se pelean entre ellos. Que el sujeto número uno corteje con el sujeto número dos y el sujeto número tres sienta celos por como el sujeto número dos ha dejado de hablarle. Obviamente las dos señoras sentadas a nuestra izquierda han alucinado. Me encanta ese momento en el que hago contacto visual con un desconocido y ambos pensamos lo mismo. La otra señora deseaba que me callara y le dejara leer el Saber vivir pero eran las 2 de la tarde y estaba en horario legal para poder rajar todo lo que quisiera.

Hoy una tercera persona me ha dicho que me voy de vacaciones. Cierto, hago una pequeña “escapadita” pero soy tan responsable y tan buen estudiante, comprometido con el uso eficiente de los recursos que el estado decide invertir en mí, que he decidido llevarme todo el trabajo de universidad a Bilbao. Tengo que llevar a cabo una simulación sobre la importación de un juego de laboratorio para niños y el asunto está alcanzando un guión de película más largo que Star Wars. Tengo seis horas de trayecto hasta las Vascongadas y por tales razones, he decido llevarme entretenimientos tan amenos como los fundamentos de la fiscalidad española. Tengo Choose yourself de James Altucher en el Kindle. Ahí lo dejo.

Esta no es una simple visita a las Vascongadas, es una segunda batalla. Una batalla por ver quién es el más fuerte. Primero me ofrecerán una caña. Seguirán el ritual con un pintxo de tortilla o cualquier otra especialidad típica vasca. Te retarán a tomarte una segunda y si la cosa se alarga quizás una tercera. La tía de Sara cree que aguanto bien el tipo. Eso quiere decir que me estoy labrando el respeto del Norte. Sin embargo, no habrá respeto hasta que me coma una de esas guindillas riojanas que intento venderme el abuelo de Sara.

El jueves vamos de pintxos para hacerme un poco el vasco. El sábado hará exactamente un año que los dos nos escapamos de aquella primera fiesta que la ESN (Erasmus Society Network) de Cork organizó y corrimos a casa como jóvenes adolescentes que hayan hecho algo malo. A propósito, un estudio de la Unión Europea reveló ayer que el 33% de los estudiantes Erasmus había encontrado su pareja estable durante su estancia en el extranjero. Es más, un millón de bebés había nacido desde 1987 a raíz de Orgasmus. 

Ahora estoy en la cama, a oscuras escribiendo con el portátil sobre una de estas cómodas plataformas acolchadas para ponértela en las piernas. Esta goza además de una pequeña lámpara que posiblemente de tanto retorcerla ha dejado de funcionar.
Sin más dilación, me despido de vosotros.

Agur eta bona nit.



lunes, 22 de septiembre de 2014

Toalla suave o toalla que rasca



Acabo de salir de mi primera clase de oratoria y debate. Ha sido una sensación muy extraña. La sensación ha sido parecida a cuando integras un equipo a punto de emprender una aventura de la que no sabes si volverás a ser el mismo al regresar. Acaba de entrar un chino dentro del aula de informática. El mismo chino que ha llegado una hora tarde a la primera sesión y el profesor le ha dedicado un fuerte aplauso. No lo he dicho, estoy en el aula de informática de la biblioteca. Hay unos quince ordenadores en esta sala y hay una especie de microclima tropical asiático que se entremezcla con el polvo acumulado en las aspas de los sistemas de refrigeración de cada ordenador. 

Aprovecho esta hora libre que tengo hasta que llegue la hora de citarme en el tren con otros compañeros para poder escribir un post que sin duda, aspiro a que no sea ni el 10% de lo malo que fue el de ayer. Así pues me he sentado en la biblioteca y como alguien que está haciendo algo a escondidas, he elegido el último ordenador en una esquina. No lo he escogido a propósito, he estado comparando el tamaño de las pantallas. Había pantallas que eran demasiado pequeñas, unas Proview que aún conservan la etiqueta de garantía ecológica de 1999 y que tienen el mismo aspecto que esas televisiones de habitación de hotel que solo tienen el botón de encendido y apagado. Yo he escogido una un poco más grande, una Philips que no lleva ninguna garantía ecológica pero está al lado de un enchufe libre que permite recargar el móvil. 

Esto de fijarme tanto en los detalles no lo he hecho a propósito para meter más paja en el texto. Hoy me he levantado muy observador. Por la mañana (o madrugada si tenemos en cuenta que eran las 6) mientras untaba la mantequilla ATO (hay que consumir productos catalanes dicen), pensaba en lo mucho que me gusta comer pan con mantequilla y mermelada. Más que pensar en lo como me gusta, pensaba en esos segundos que pasan, ese fascinante momento en el que la mantequilla se derrite fruto del calor residual del pan tostado. Después cojo la mermelada de melocotón y unto una capa encima de la mantequilla ya fundida. 

En casa hay dos clases de comensales: los que comen de todo sin preocuparse por si tiene mucha sal o poca sal (o azúcar) porque ya comen equilibrado sin sentirse obligados; los que consumen productos light y mierdas de esas comerciales que solo se creen los que se sienten culpables al comerse una crêpe el sábado por la tarde. Yo pertenezco al primero. Mi hermana y mi padre al segundo y por eso en casa hay mermelada de melocotón light y mermelada de melocotón casera normal y ya está. ¿Por qué os cuento todo esto? Pues no lo sé la verdad, hablaba de los detalles y me he ido por los cerros de Ubeda. Admito que puedo ser un verdadero nazi de la alimentación. Sin embargo si me quiero comer una croissant de chocolate, me lo como.  

Volvamos a la primera sesión de oratoria porque el asunto no tiene desperdicio. Jamás he sentido tanta valentía y vergüenza al mismo tiempo. Cada vez que el profesor pedía dos voluntarios, mi mente dibujaba un león rugiendo al público. Después una ratilla se cruzaba en mi camino y ese león se convertía en nada. ¿Sabéis sobre que tenía ganas que me preguntaran? Sobre mi blog y lo guay que es para mí escribir. A mí me encanta escribir y animar a la gente a que como yo empiece a escribir. Por eso quería hablar de ello y convencer a la gente para que empezara. Definitivamente si he de exponer un tema, empezar un blog será uno de los candidatos. 

Sobre la metáfora del león y el ratón (que la debo haber sacado de algún dibujo animado que vería durante mi pre-adolescencia), he visto a gente realmente capaz y que me hacen mucha sombra. Hay una chica que habla inglés y francés, se defiende en chino y en alemán, ha trabajado de repostera y camarera y su único problema es que tiene vergüenza. Hemos tenido que hablar con otro compañero para poder conocerlo mejor y después venderlo al público y convencer a este para que lo contraten. Desde luego, no me ha tocado el mejor candidato. Os  prometo que he intentado darle juego pero desde luego el a mí no. Si liga igual que habla, apaga y vámonos. Bueno algo en claro sí he sacado de él, le encanta la pasta pero bien seguro os digo que no tiene ni idea de qué hacer con su vida (Ya está aquí el tipo seguro y decidido que escribe). Yo por el contrario, le he explicado todas las cosas guays que envuelven mi vida. ¡Le he explicado lo mucho que me gusta viajar y no le ha importado una mierda! Lo he llevado al terreno de las aficiones y no se ha interesado ni en lo más mínimo por mi tiempo libre. Me habría gustado explicarle lo apasionante que es mi afición de disecar cucarachas. 

Han hecho dos debates de treinta segundos por turno y el tema ha sido escogido al azar. La gente propone temas demasiado serios y demasiado tensos sobre los que hablar: el aborto (seriously?? ). Sin duda me he inclinado por temas mucho más entretenidos a debatir como ahora: toalla suave o toalla que rasque; calzoncillo bóxer o slip. Desde luego yo me inclino más por la toalla que rasca. Es la que seca y la que consigue retirar todas las posibles impurezas (roña para los menos finos) de la piel que hayan podido quedar después de la ducha. La toalla suave por el contrario, es suave. Sin más, ni seca, ni limpia ni hace nada.
Sobre el tema de calzoncillos. Yo habría preferido introducir el calzoncillo de Tipo abuelo contra el bóxer. Prefiero esta otra modalidad por que el calzoncillo slip ha perdido mucho terreno, todo el mundo sabe que es muy incómodo y puede pellizcarte cosas que no son la piel. Yo llevo los de abuelo porque a) están de moda, b) son cómodos y tengo la sensación de ir libre c) a Sara le gustan más. 

Yo soy el de la derecha (de verdad)

No me quiero extender mucho más. Sorprendentemente este post acaba de superar las mil palabras y creo que me merezco una ovación frente a tal estupendo post sobre la preferencia por la toalla que rasca y los calzoncillos de abuelo frente a la toalla suave y los bóxer que tiran de algunos sitios. 

Seguiremos informando sobre mi progreso dentro del mundo de la oratoria y desde luego prometo que el lunes que viene os regalaré una historia sobre mi intervención oral. 

Y vosotros qué preferís ¿Toalla suave o toalla seca? ¿Calzoncillo de abuelo o bóxer? ¿Aún usáis slip

¡Mucho ánimo con vuestras aventuras!

domingo, 21 de septiembre de 2014

Una mierda de post como tal

No voy bien así. Parece que aún no he cambiado el chip de verano trabajador a estudiante universitario a punto de salir a la jungla. He tardado todo el día en hacer un ejercicio para entregar mañana por la mañana. Desde luego los aspectos relacionados con la planificación y la ejecución de estos he de pulirlos. Mi irresponsabilidad ha llegado a tal punto que ayer noche fui a dormir a las 5:30 teniendo en la agenda varias celdas temporales ocupadas para el día de hoy en la agenda.

A decir verdad, si anoche no volví a casa antes fue porque no me dio al real gana. Miento, me tenía que ir solo andando y no es que me diera miedo pero si un inmenso palo. No tenía ni auriculares. Tuve que aguantar una música bastante rara que y que además me hicieron testigo de su izquierdismo radical. Hacía calor. Mucho. Dentro de aquella carpa debía de haberse estado formando un efecto invernadero durante toda la noche. Lo mejor de la noche sin duda fue la cena en la que en la mesa se pudo distinguir un sector parejil distinguido y con más clase que pagaba a medias y un sector heterogéneo, soltero en el que me encuentro porque mi novia está lejos y entonces no tengo derecho a estar dentro del otro grupo.

Hay parejas que me repatean el hígado con su comportamiento. Por alguna razón que aún desconozco hay algunas parejas que se atribuyen a sí mismas el derecho de decidir quién es digno y quien no de gozar con ellos de una magnifica velada junto a ellos. Ahora que somos pareja, somos más chic, bebemos vino y vamos a restaurantes más caros. Tú, soltero que bebes Estrella Damm y cenas kebab con el resto de tus otros indignos amigos solterones, no te mereces compartir las risas que nosotros provocamos en la mesa.
Quizás yo soy el raro, pero a mí me gusta compartir un buen plato de patatas bravas tanto con solteros como con otras  parejas. Quizás sea raro o es que estos días he visto demasiados capítulos de Friends. Yo me veo como Chandler y Mónica, más guapo y más gracioso que él. Me encanta salir de parrandeo con las amigas chicarronas del Norte de Sara y me gusta que lo haga ella con mis antipopulares amigos catalanes.

Hay otro tipo de pareja, que no es capaz de despegarse el uno del otro y si uno no sale de parranda nocturna, el otro tampoco. Estas decisiones hay que respetarlas porque estamos en tiempos en los que hay que respetarlo todo. Sin embargo me parece una soberana estupidez.

Tengo la cabeza de un espesor parecido al del turrón de almendra y este post es probablemente el peor que he escrito. Los días han sido muy ajetreado y veo como que ese flow del que hablaba antaño para escribir, no lo estoy utilizando para escribir cuando siento que lo tengo.


Os prometo mejorar a partir de ya. 

viernes, 19 de septiembre de 2014

Disney y chocolate

Disney y chocolate. Es lo que dice Sara que necesita ahora mismo. Quién lo iba a decir de mí, alguien que nunca se queja de la universidad, pues lo voy a decir: por fin es viernes. La primera semana de universidad no ha comenzado tan bien como esperaba. De pasar a estar un año levantándose a las nueve para ir a la universidad andando en solo diez minutos a tener que levantarse a las 6 de la mañana para entrar a las 8:30 ha sido un gran shock temporal. Por decirlo de alguna forma científica, tengo un jet lag de colchón. A más a más tuve que lidiar con varios desafortunados eventos: la caída de un rayo en la catenaria de la estación me dejó tirado en la estación durante dos horas; la batalla por ver quien se matriculaba antes en el curso de francés hizo que me pasara media mañana fuera. Finalmente y para ponerle el acento a la “i” en Grandísima mierda de universidad, tuve que lidiar con algún que otro profe desagradable cuyo contenido no sirve ni para hacer compostaje.

Después de esta crítica sobre la calidad educativa de mi maravillosa universidad y la medición del Índice de Fortuna Diaria (concepto que obviamente me acabo de inventar), puedo decir que los días han mejorado sustancialmente. He visto crecer el atractivo de las asignaturas y mis nuevos compañeros de clase son bastante majetes (además de listos). El simple hecho de tener mis clases en inglés le ha añadido cierto punto extra de diversión a estas y he de admitir que no esperaba tal calidad de acentos en los profesores. El grupo en el que estoy este año recibe todo tipo de mimos: Un aula con aire acondicionado y asientos acolchados; mesas espaciosas y un Wi-Fi de plena cobertura. Además hoy he sabido que para la graduación, gozaremos de una orla privada. Como decía, las aulas no tienen que ver con aquellas anticuadas y agrietadas aulas en las sin ningún tipo de problema se podría haber grabado Clase del 66. Y qué hablar de esas mesas en las que a duras penas te cabía una libreta y debías tener sumo cuidado al levantarte de la silla para no tirar ninguna de las cosas del compañero o compañera de al lado.

He abandonado el blog durante varios días (tres para ser concretos). Días durante los cuales un guardia republicano iraní me ha dado latigazos mentales que decían entre latigazo y latigazo “escribe, escribe, escribe” pero yo había tenido unos días tan agotadores y frustrantes que lo único que me apetecía era dormir, comer Nutella y ver Friends. Ahora he vuelto. He vuelto para quedarme. La universidad me está absorbiendo un tiempo verdaderamente valioso y cumplir con mis objetivos blogueros no va a ser tan fácil como yo había supuesto.

Ayer fui a correr por primera vez desde junio. Me sentí muy bien porque conseguí despejarme del agobio escolar que tenía a raíz de los primeros días. Aun así también pude comprobar cuan baja estaba mi forma en comparación a los mayorcitos de +40 que corren por el paseo. Estos mayorcitos (y mayorcitas) de los que hablo parece que huyan de la muerte. Tienen unos niveles de motivación muy altos y sin duda también un afán de superación sin límites. Vi una mujer luchando casi a punto de desplomarse por llegar a su meta personal y finalmente descansar (menudo mindundi estaba hecho a su lado). Otra cosa que se ha puesto muy de moda es el patinete que increíblemente ha vuelto a las calles y ahora veo a mujeres con sus 35 años en la espalda con la fiambrera de Varila colgando del manillar y recorriendo los pasillos de la estación de Sants a contrareloj para alcanzar el metro a falta de 39,..38,..37 segundos.

La semana que viene ya me voy a Bilbao. Ya me esperan planes, muchos planes. Más me vale aprovechar este fin de semana para correr porque ahí arriba me quieren engordar y vender para navidad. Saben qué es bueno y qué no… ya me quieren llevar de pintxo pote el jueves. Estamos preparando además una reunión de Erasmus en Bilbao y solo imaginar a Miguel criticando a la sidra vasca me parto en tres la caja torácica.

Finalmente y acabo con este post cutre salchichero, el domingo empiezan series: Madam Secretery. Mis dudas sobre esta serie siguen pero recién descubrí que Morgan Freeman participa en la serie como productor ejecutivo. Este descubrimiento incrementó levemente mis esperanzas en ella. El lunes haré mi valoración final. Por último quiero comentar lo bien que estoy leyendo en el tren. Allí me encuentro en una paz tan estupenda que estoy a punto de empezar uno de los libros nuevos que me compré hace poco. Aún no me he decidido entre leerme otra de las grandes obras de Franzen: Libertad o comenzar El psicoanalista de John Katzenbach.

Os dejo sin nada más que comentar al respecto. Me he hecho un improvisado (y asqueroso) batido de melocotón sin pelar. Escocia ha votado No a la independencia; Catalunya sigue adelante con su consulta, celebrándolo como si no supieran que el martes la consulta estará (desgraciadamente) paralizada.


Nos vemos pronto, aquí en este estupendo blog. 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Entre ser novato y ser veterano

Hoy ha sido un día extraño. He vuelto a analizar a cada uno de los pasajeros que se sentaban junto a mí en el tren y leído las portadas de sus libros. He intentado identificar caras conocidas de años anteriores y pasajeros frecuentes. He encontrado dos. Un hombre con cierta obsesión por los animales en las corbatas. Hoy llevaba una azul marino con pececitos rojos. A juzgar por su indumentaria tiene pinta de estar escalando posiciones dentro del departamento de ventas u operaciones. Me ha sorprendido encontrarme a un hombre que solía sentarse a mi lado. Nunca nos hablábamos pero si me veía, se sentaba a mi lado. Delgado y con gafas. Estilo sencillo y definitivamente tenía que estar trabajando en investigación porque tenía cara de listo.

Volver a mi roñosa, ruinosa y decimonónica facultad de economía después de un año ha sido emocionante pero a la par un poco frustrante o quizás también deprimente. Te vas un año y algunos apenas te recuerdan o ni te saludan (definitivamente no les marqué lo suficiente durante los dos años anteriores). Me he sentido como si hubiera estado en un centro de reinserción y después de un año, me hubieran dejado en libertad y hubiera vuelto al mismo barrio donde vivía. Realmente no me puedo quejar del todo, en mi primera clase he conocido a un chico que está en mi misma situación, un ex-erasmus perdido y con un hambre feroz de nuevas experiencias. En la cafetería todo estaba cambiando. Incluso el mobiliario que tenía un aspecto de Wok construido con muebles de Ikea. Lo que no ha cambiado es la mierda de secretaria que sigue dando problemas. Una me ha llamado “nene”. Odio que me llamen “nene” ¿Qué mierda de confianzas son esas?

Voy a apuntarme a un curso de oratoria, expresión escrita y debate. Me falta un crédito para cuadrar mi expediente y he creído conveniente apuntarme a este. Quizás me ayude a desarrollar mejor mis ideas en público y teniendo en cuenta que este semestre tendré que hacer montones y montones de exposiciones orales, el curso será muy beneficioso. Quizás también lo notéis en la calidad literaria del blog.

Por otro lado he visto algunos compañeros míos de clase que han estado trabajando este verano y eso me ha hecho entrarme ganas de querer empezar pronto mis prácticas. En los próximos días tendré que llevar a cabo una intensiva estrategia de relaciones sociales en clase con tal de no quedarme arrinconado. Este fin de semana puede que me vaya de mochileo por los Pirineos aunque todavía no hay nada confirmado. La semana sí que hago la mochila, cojo el Alvia y cruzo de nuevo el desierto de los Monegros para adentrarme en las Vascongadas.


Sin nada más que decir, me despido estupendos y fieles lectores. Aquellos que hoy disfrutaban de la playa durante el mediodía, os deseo un resfriado y mucha lluvia durante la mañana. 

domingo, 14 de septiembre de 2014

Vigilia de universidad y mi nueva habilidad para empatizar

Aix…domingos, cuan diferentes son los domingos de verano de los domingos de cole. Aquí en las calles parece que se haya muerto alguien. Están desérticas. Estamos en vísperas de comenzar la universidad o el colegio para aquellos que aún disfrutan de la infancia. El tiempo tampoco acompaña, está nublado y escribo en el comedor a oscuras como un periodista profesional iluminado únicamente por la luz de la pantalla del ordenador mientras escribe a hurtadillas su próxima exclusiva. Aún he de comprar material de clase, me encanta comprar material de clase porque representa el inicio de nuevas rutinas y compromiso con mis tareas aunque después se desvanezcan. Este año me niego a consumir el horrible café de la cafetería de la universidad. De hecho, cualquier persona que beba café cada mañana, sabe que eso no es café, es más bien barro.

Estos últimos días he estado dando muchos consejos. Últimamente me siento más empático con la gente. La gente viene a mí y me explica cosas y los veo igual que yo: perdidos y hechos un mar de dudas. ¿Y quién soy yo para dar consejos? Pues nadie pero estoy motivado y tengo unas ganas enormes de tirar hacia delante. Les doy consejos sobre qué podrían hacer para intentar deshacer este mar de dudas.

Por ejemplo una antigua compañera de clase está asustada sobre su futuro. Quiere conseguir unas prácticas y hay pocas plazas. De  hecho, le atrae principalmente una empresa. Me estuvo comentado las razones por las que se sentía tan interesada por esa empresa y sin embargo teme que con tan poca experiencia, se vayan a reír en su blanca cara. Le he aconsejado que cogiera esas mismas razones que me ha explicado a mí y las utilice para redactar una buena carta de motivación. Sin duda si utiliza las mismas palabras que ha utilizado conmigo, conseguirá llamar la atención del departamento de recursos humanos.

Otro compañero de clase no está pasando por un buen momento, tanto amoroso como académico. No le gusta la carrera que está haciendo. Asumámoslo, Administración y Dirección de Empresas es un grandísimo truño y solo puedes aguantarla si después de un año o dos, consigues encontrar una motivación en ella. A principios de este año pasé por una crisis existencial. Quería dedicar mis esfuerzos al campo de las finanzas porque pensaba que era el único que me haría rico y me llevaría al éxito. Durante una clase de dirección financiera me di cuenta de lo mucho que me aburría en ella. No sabía a donde iba, qué iba a hacer e incluso pasé por un career advisor. Mil y una veces se me han presentado pruebas que lo que a mí me va es un ambiente internacional, con viajes, dirección, responsabilidad, planificación y DAR ORDENES. Por eso me gusta Kevin Spacey. Volvamos a mí amigo. Le he recomendado que busque, que busque algo que le llame la atención y vaya a por ello. Todos deberíamos encontrar nuestro Proyecto Grande y Loco para motivarnos.

A Sara también la he motivado a buscar su camino. Últimamente está desarrollando su vena más creativa. Está inmersa en su proyecto de video. Me encanta está fotografía porque aparece haciendo una de las cosas que más le gusta: grabar videos. Tiene un perfil especialmente sexy en esta imagen. Puedo percibir la línea de los labios que tanto me gustan o el pelo moreno que le cae por la espalda. Sara es la segunda persona a la que le aconsejo empezar un blog. Ella está convencida que se expresa realmente mal de forma escrita pero la única forma de mejorar es escribiendo.

La princesa vasca concentrada mientras graba el skyline barcelonino

¿Y quién cuida de mí? Pues Sara con sus palabras de ánimo. Ella es quien me motiva cuando más lo necesito. Me encanta darle mi apoyo. Esta mañana he estado media mañana estrujándome el cerebro intentando sacar lo mejor de mí para escribirle a Iberdrola una buena carta de motivación.

Hoy todo el mundo se recoge pronto, algunos deben tener la mochila preparada, otros no. Algunos estrenan estuche. Yo ya hace años que no tengo estuche. De hecho mi Deuter tiene un bolsillo para bolígrafos. Me encanta mi mochila porque tiene muchísimo espacio y con ella he viajado a muchísimos lugares. Incluso se ha hundido en barro conmigo.
Os dejo, mañana veré al repartidor del periódico hacer carrera conmigo mientras bajo hacia la estación de tren; compartiré camino con aquellos otros miembros del Renfe Club. Ojo al dato porque tengo nuevo compañero de viaje en el tren, un viejo amigo de instituto que comienza mañana sus prácticas en ginecología. Le he dicho que ante todo lleve guantes.

Sara también comienza sus prácticas mañana. Mucha suerte.


Al resto, espero que tengáis también un estupendo día. Hacer campana el primer día no está éticamente permitido. Podéis hacerla el martes. Gracias por su atención.