miércoles, 24 de diciembre de 2014

Cinco días de Amor y Lujo

Hoy es un día muy especial para ponerse a escribir. Pese a los anti-Navidad, las horas previas a la cena de Nochebuena me envuelven de algún tipo de magia especial. En unas pocas horas mi madre se vestirá con el uniforme de combate y entrará en su terreno de juego. Probablemente yo me una unas pocas horas después para rebajar la posible tensión que surja en un lugar tan caldeado como es la cocina. Hoy es 24 de diciembre y he vuelto a vosotros. Después de varias semanas sin ir a correr, hoy me he levantado bien prontito y con los siete grados que marcaba el termómetro me he ido a correr por el paseo de la playa. Hoy estaba prácticamente solo pero mañana estoy seguro que no.

He estado totalmente desaparecido. No recuerdo muy bien cuando fue la última vez que escribí pero debe hacer más o menos cosa de un mes. Durante el mes que he desaparecido no me he largado de roadtrip por Connemara ni me he ido a beber cerveza o cocinar a casa de nadie. Mentira cochina. Me escapé durante unos días ahí arriba para ver la blanca carita de Sara y después me tragué ocho horas de autobús de vuelta a casa. He estado estudiando y estudiando y así hasta el pasado jueves.

El final de los exámenes siempre es especial y está repleto de emociones. Algunos gritan, otros chocan los cinco con los unos con los otros e incluso algunos abren cava (verídico). Este año ha sido diferente y para mis compañeros de clase, el examen del jueves fue el que con toda probabilidad sea el último examen de la carrera. Todos excepto para mí.

Sin embargo, el origen del título de este post no está en lo bien mal que me lo he pasado estudiando durante un mes ni sobre la envidia que me dan mis compañeros de clase o como de bien nos ha caído el profesor de fiscalidad internacional. Hay un momento en el que tu cabeza dice “Basta”. Ese momento llegó para mí cuando me encontré inesperadamente cara a cara con Sara en mitad de María Cristina. Todos lo sabían, incluso mi madre lo sabía. Yo pobre inocente que pensaba que había quedado para ir a comprar un regalo del amigo invisible.

Comienzan así los Cinco días de Amor y Lujo. Amor de todo tipo. Amor adolescente fruto de dormir en habitaciones separadas. Mis visitas a medianoche en la habitación de Sara acaban con dolor de espalda o directamente siendo desterrado por Sara a las cinco de la mañana. Amor sano, lleno de risas. Lo que más me gusta de Sara es poderme reír hasta llorar o esconderme de ser víctima de cosquillas. Los abrazos a modo gancho que utiliza Sara para conseguir que me quede quince minutos más en la cama. Lujo porque Sara vive como una reina. Preparándole unas estupendas tostadas con mantequilla y un Colacao de alquimista que requiere medidas específicas. Lujo en el que vivo  al recibir inesperadamente la visita de la Princesa de las Vascongadas. Lujo por el hotelazo con personal apampado que me ha brindado con su visita.

Aun así, si hay que hablar de lujo, hablemos del lujo del buen comer pues como sabéis un buen restaurante en Barcelona es difícil de encontrar. Ya he dado con uno más y este es italiano. NAP, un restaurante que hace honor a su origen napolitano para hacer unas pizzas estupendas a un precio estupendo. Bueno, Bonito y Barato a cinco minutos de la Plaça de Sant Jaume. Si la pizza está estupenda, el tiramisú lo está igual o más. Y a todo esto que conste que no recibo ningún tipo de comisión por cada comensal que llega a través de esta página.



Sara y yo nos hemos perdido por las calles del Barrio Gótico; hemos acabado en plazoletas con mercados repletos de suculentos manjares como la tableta de chocolate artesano y naranja que compré en una plaza desconocida. Nos hemos sumergido en lo más profundo de Fnac haciéndonos regalos a nosotros mismos. Por si fuera poco también hemos hecho postureo haciendo una tradicional visita a Starbucks. Allí me tomé un estupendo mocha. De Sara probé la bebida de los dioses aztecas: el chocolate caliente con avellana. No puede haber chocolate más bueno excepto el que hacían aquellos leprechauns malignos del Ó Conaill Chocolate en Cork. El orgasmo en bebida.

Después de todo esto, de días de estudio y Cinco días de Amor y Lujo me toca rendir cuentas al Dios del Blog. Hace tiempo (mucho tiempo si comparamos la de tiempo que hace que no escribo) hablé sobre la dirección del blog. Hablar sobre mí mismo contándoos las curiosidades con las que me voy topando y como intento aprender a vivir por decirlo de algún modo. Hablé de un proyecto relacionado con Irlanda que tenía en mente. Ahora que puedo disfrutar de estas navidades y no me he de preocupar de tener finales en enero, lo que hago es investigar sobre la autopublicación de Ebooksgracias a Eduardo Archanco en su nuevo blog. También  he decidido dar un paso definitivo y mudar mi soso diseño a Wordpress.

Después de todo esto lector, en la cocina ya se empieza a escuchar el tintineo de las cazuelas y el golpe del cuchillo contra la tabla de madera cuando mi madre corta en trozos el cordero. Este año no solo miro sino que también participo en la hercúlea tarea de cocinar en Navidad. Y como cada año, también he de entretener y encajar los golpes de dos diablos de seis y siete años. ¿Cómo de preparado estoy? No lo sé.

Este año me he propuesto comer con la cabeza y no con los ojos, acallar mis deseos devoradores y evitar convertirme en ancla de barco. A ti lector te dejo hacer lo que quieras pero entre tú y yo: que no nos quiten los polvorones ni los turrones pues estos son solo una vez al año. Mañana por fin podré abrir el regalo de Sara que con toda probabilidad me va a sorprender pues ella es una máquina de creatividad y sueños.

A ti lector te deseo Feliz Navidad. Me despido de vosotros para poder encender el árbol e intentar acallar esos estridentes villancicos con peces en el rio que salen de la cocina.


La foto es de una de las fantásticas pizzas del NAP. Recientemente han abierto un nuevo restaurante en la Barceloneta.

viernes, 28 de noviembre de 2014

El estandarte del blog

No sé qué ocurre con los viernes que por regla general no son productivos. Debería haberme dedicado a estudiar y leer algunos artículos para la universidad pero como soy así de chungo, me he dedicado a correr y repasar toda la actualidad informativa y bloguera. He leído sobre la burbuja en la alta cocina y como esta ha bajado los humos a aquellos que intentaron sumarse al carro de la alta cocina de Michelin. Después me he acordado de otro tipo de Madrid que dejó la música para dedicarse a diseñar y construir bicicletas a medida sin ningún tipo de experiencia. He repasado de pe a pa todo el contenido de Feedly (para el que no lo sepa una app estupenda para seguir los blogs que tienen a uno enamorado/a).


miércoles, 26 de noviembre de 2014

La curva de motivación

La motivación sigue una curva que influida por una serie de variables, puede ser lineal, marginalmente creciente o decreciente. En mi caso casi siempre es marginalmente creciente. Sin embargo como todo crecimiento marginal, llega un momento que el crecimiento es cada vez menor. Ese es mi caso.

Empecé perfectamente motivado para buscarme unas prácticas en Bilbao para poder estar más cerca de mi princesa vasca. Mi búsqueda era muy extensiva e incluso llegué a conocer bastante bien qué parques industriales hay en Vizcaya. Sin embargo al no tener el carnet de vasco me discriminan e incluso los enchufes me miran con temor de contagiarles algún virus catalán.

Al final esa curva de motivación pasa de ser creciente a ser plana y con los días pasa a ser decreciente. Hoy ha sido ese día. Hay que añadirle varios factores que tienen una gran influencia en la pendiente de mi curva motivacional. Por un lado en menos de tres semanas me quedaré completamente solo en clase, los que han sido hasta ahora mis nuevos compañeros de viaje se irán por la puerta y solo algunos los volveré a ver. ¿Qué hay de los antiguos? Desaparecieron en combate. Por otro lado, el hecho de ver a muchos amigos míos hacer prácticas me produce unas inmensas ganas de estar como ellos, dejar las aulas y empezar a trabajar.

Obviamente la vida de estudiante es la mejor del mundo per sin ninguna duda, el mejor año como estudiante fue el año pasado. Este año estoy envuelto en trabajos y más trabajos. ¿Os acordáis de los dibujos americanos cuando alguien hace un volcán para el trabajo de ciencia? Pues yo hoy he hecho uno para la presentación de una asignatura. Cuatro años de carrera para esto. Quiero dejar la maldita aula 18 y hacer algo con este bendito cerebro.
Aunque hace una semana hablé de no volver a dejaros solos, no parece muy creíble mi promesa si os he dejado solos durante toda esta semana anterior. Aun así, este periodo desmotivacional y vaciado de cerebro me ha dado mucho en lo que pensar. Por un lado he asumido que mi camino laboral es más incierto que el futuro de Catalunya así que mejor no comerse el coco sobre ello. Por otro, he decidido volver a darles una segunda oportunidad a las consultoras. Y por último, abandonaré la búsqueda de prácticas hasta enero.

¿Hasta qué punto ha llegado mi locura para estar pensando en estudiar cocina? Pues solo yo puedo saberlo pero un buen amigo mío con barba espesa y mirada de asesino me dio un buen consejo que estoy en derecho de compartir. “La clave está en aferrarte a tu estandarte y no soltarlo”. Esto significa que si quieres conseguir un trabajo con el que sentirte satisfecho tienes que mantener siempre en alto el estandarte que nos representa y desarrollarte en esa dirección.

Estos últimos días también he estado pensando  sobre el futuro de este blog. En un futuro no muy lejano me gustaría convertir este blog en uno de viajes, comida y yo como persona cool. Hablo de un futuro porque actualmente mis viajes se resumen a poco más que ir a la Vascongadas. Por otro lado hoy mismo, justo después de publicaros este post de explicaciones divagantes, pienso volver a escribir. Os lo juro, lo haré y si el resultado es lo que espero, quizás pronto os enseñe algo.

Hablando de las Vascongadas, la semana que viene asomaré el culo por ahí arriba. A dos semanas y media de comenzar los exámenes finales yo voy a visitar a la princesa. Con dos cojones.

Sin más que decir, debo irme y continuar tecleando.


Mucha fuerza a todos aquellos y aquellas que afrontéis exámenes finales. Nos vemos en la batalla. 

domingo, 16 de noviembre de 2014

Os debo una explicación

Estoy dos semanas sin publicar una cochina publicación y llego con mi estupenda cara bonita y un intento de barba que no llega y os publico algo. Así sin más, porque sí. “Podrías dar explicaciones” me dijo la princesa vasca casi exigiéndolas. Lo había pensado, os lo prometo pero no quería aburriros. No me había ido a buscar el Santo Grial como hizo Aguila Roja al final de la última temporada. Tampoco me fui a coordinar el aterrizaje de Philae de la misión Rosetta. La verdad es que volví de Bilbao y vi un tsunami desde la ventana del avión.



jueves, 13 de noviembre de 2014

Sobre cómo pisotearon nuestra presetanción y aún así salimos airosos

Para el programa de hoy necesitaremos los siguientes ingredientes: un tema de presentación bastante complicado de entretener, que abarque varios aspectos de los cuales puedas matizar a grandes rasgos así como enseñar doscientos ejemplos gráficos; una fecha de entrega reducida que aporte nerviosismo entre los miembros del grupo; hacerlo en inglés y finalmente tener otro grupo que presente otro tema aburrido.



Llevas dos días pensando en cómo vas a introducir al público el tema de la presentación, a tus compañeros y a ti. Piensas como puedes aplicar lo aprendido en tus sesiones de oratoria con Fernando. Te imaginas dando los buenos días, presentándote a ti y al resto del grupo, gesticulando pero sin parecer Rajoy, moviéndote por el aula, mirando a todo el público y enlazando el tema anterior con el próximo tema que vais a presentar. Tus compañeros y tú habéis hecho un Powerpoint lleno de animaciones e imágenes para darle la gracia que no tiene al tema de exposición (la planificación fiscal agresiva).

miércoles, 22 de octubre de 2014

Desvarios previos al día de embarque

Odio hacer maletas. Justo he acabado de hacer la maleta para Bilbao. El asunto se complica al volar en avión porque las medidas me tienen contra las cuerdas. Ahí estoy yo con el metro a cuestas midiendo mi equipaje de mano. He trazado un astuto plan B en caso de tener problemas con esos nazis de la puerta de embarque y me impiden ir a las Vascongadas.

Como biensabéis, me gusta volar. El avión es un medio de transporte guay. Cuando voy en avión me siento como Harrison Ford en AirForce One: el avión del presidente e imagino las voces de los controladores llevando a cabo una misión súper especial: llevarme a Santander. A mí me da por sospechar que en el avión vamos a ser cuatro y el del tambor.

Llevo horas sopesando la posibilidad de enfundar mis queridas y mimadas botas que compré hace ya un año y unos pocos meses. Cuidadas con sumo esmero untándoles grasa de caballo para protegerlas de la lluviosa, lluviosa Irlanda. Mis botas han estado a mi lado frente a innumerables aventuras. Estuvieron conmigo cuando un huevo reventó en mi espalda. Estuvieron conmigo cundo estalló la ciclogénesis explosiva en Cork y nos obligaron a quedarnos dentro del edificio de matemáticas. Estuvieron conmigo en las inundaciones de marzo del 2014. Estuvieron conmigo cuando hice mi primer huevo frito sin miedo a que el malvado monstruo del huevo frito me atacara con su ataque aceitoso.
Por eso mis botas se merecen volver a pisar la calle. Me encantan mis botas porque me hacen estar más bueno. No es broma, es así y esas botas aumentan mi sex appeal en un 120% (valores científicamente no calculados). Sin embargo, el otoño está siendo caluroso, no apetecen castañas asadas, ni boniatos o manzanas asadas con azúcar y canela. Hoy por la mañana aún he llevado unas bermudas pero decreto oficialmente su retirada para este año. Así pues, una vez más dejaré a mis queridas botas en el cajón a la espera que llegue la primera borrasca, Quechua vuelva a reinar en mi vestimenta diaria en forma de parca y calcetines.

Mañana a esta hora estaré compartiendo pintxos y cerveza con mis bien aventurados amigos gabachos exerasmus y con la princesa vasca. El viernes, llega La Barba. Como bien habéis podido percibir, este post ha sido un esfuerzo por dedicaros mi amor por vosotros y escribir unas líneas antes de abandonaros durante 4 días.

Si no vuelvo quiere decir que un vasco me ha confundido con un tronco en una competición de cortar troncos.

Adeu!